- no incluir elementos que apunten a lo general, sino a lo específico y particular. Así, describir a un personaje como "alto y corpulento" sólo le permite al lector ver un tipo de silueta; en cambio, decir de él que tenía "un cuerpo de boxeador" hace que el lector vea a una persona.
- no construirse a partir de una mirada habitual sobre el objeto. El sol, cuando es "una bola de fuego en el cielo" o "un sol terrible" o similar, es el mismo que vemos a diario. En cambio, el sol de "Una mujer", de Juan Bosch, es un sol que cobra vida, que se transforma en un asesino sólo por la forma en que es descrito: "La carretera está muerta. Nadie ni nada la resucitará. Larga, infinitamente larga, ni en la piel gris se la ve vida. El sol la mató; el sol de acero, de tan candente al rojo, un rojo que se hizo blanco, y sigue ahí, sobre el lomo de la carretera.[...] De tarde el acero blanco se volvía rojo; entonces en los ojos de los hombres que desenterraban la carretera se agitaba una hoguera pequeñita, detrás de las pupilas. La muerta atravesaba sabanas y lomas y los vientos traían polvo sobre ella. Después aquel polvo murió también y se posó en la piel gris.[...] También hay bohíos, casi todos bajos y hechos con barro. Algunos están pintados de blanco y no se ven bajo el sol. Sólo se destaca el techo grueso, seco, ansioso de quemarse día a día. [...] El cauce de un río; las fauces secas de la tierra que tuvo agua mil años antes de hoy. Se resquebrajaba la planicie dorada bajo el pesado acero transparente."
- basarse en detalles vívidos, que apelen a los sentidos.
- no incluir adjetivos "gaseosos", de esos que están llenos de aire: ocupan espacio pero no se ven. Que un personaje sea "atractivo", "hermoso", "horrible", "terrible", "extraño"... le dirá, al lector perspicaz, mucho más sobre la inexperiencia del autor que sobre ese personaje.
La idea es, entonces, traer, el martes que viene (*), no un relato, sino solamente una descripción. Puede ser de un objeto, de un personaje o de un paisaje; su extensión: entre tres y veinte líneas... para quedarse con las tres mejores líneas de las veinte.
A partir de la semana próxima, trabajaremos para que esa descripción extraiga de sí misma un relato. Pero atención: que nadie se apresure y se saltee etapas. No traigan cuentos ni siquiera esbozados; tampoco aprovechen algún recorte viejo: escriban una descripción a partir de los lineamientos expuestos ut supra (mi Dios, qué serio suena todo lo dicho en latín o con palabras con equis).
(*) Para los talleristas invitados a través de la web, el plazo vence el 15/10
I´ll Try it.
ResponderEliminar¿Sabes? El otro día paseando a mi anciano perro, que mas se desliza y arrastra que camina, no se por qué asociacion de ideas me acordé que compartís apellido con Anatole, aquel viejo director de cine.
Por nada, simplemente me hizo gracia, el era ucraniano, segun le
i unos dias despues cuando recordé ante el ordenador y lo busqué.
Firma: Doctor Divago.
Así es. El tío Anatole... Yo le enseñé a hacer películas y él me enseñó a escribir.
ResponderEliminar(Es broma. En Argentina, el mio no es que sea un apellido común, pero tampoco es tan raro. En una de las guías telefónicas(de la mitad del territorio argentino, pero la mitad menos poblada) aparecen 127.
Iba a agradecerte que te acordaras de mí, cuando caí en que lo hiciste mientras llevabas a la rastra a un perro viejo. Ejem.)
Jajajaja...hombre, mujer, no es tan así. Yo le saco a pasear pero el va suelto, sin correa. No corre, pero se apaña bastante bien.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarPues me voy a poner a escribir una descripción ahorita mismo.(Aunque esté fuera de plazo)
Di