viernes, 19 de febrero de 2010

Pido gancho

Cuando jugamos, lo hacemos sin garantías. Ninguna garantía. Ni de que venceremos al contrario, ni de que conseguiremos armar el rompecabezas hasta la pieza final, ni de que no nos cansaremos antes de terminar de encolar el avión de madera balsa. Ni siquiera podemos estar seguros de que la pasaremos bien.  

Antes de empezar, nadie nos firma nada: jugar implica resignarse a no pedir garantías.

Muchos autores han analizado la relación entre el jugar y la creación artística —gracias, Winnicott, por tu inteligente Realidad y juego—.

Al escribir, también faltan garantías. Tal vez demos con aquella palabra que venimos buscando hace rato y tal vez no; quizás disfrutemos de la búsqueda, o la bronca porque no la cosa no sale será mayor que el poquito de placer. Puede que, al terminar de barnizar el avión, nos demos cuenta de que nos quedó espantoso... o corramos a mostrárselo a papá. Frente a una hoja en blanco, nunca habrá seguridades, salvo la de que no existen.

El germen de una idea, un folio aún vacío, una consigna del taller son piscinas. Jamás sabremos, antes de lanzarnos, si ahí abajo encontraremos agua. 

Entonces, nos quedan dos opciones: optar por una actividad menos incierta que la escritura (cada capítulo de "House", aún antes de encender la tele, promete una determinada inversión y un determinado monto de disfrute, y no hay letra pequeña). Eso, o convencer a Eldeadentro, de una puta vez, de que ninguna caída mala es capaz de dejar tetrapéjica a nuestra autoestima. Y si no se puede hacer de una puta vez, habrá que intentarlo en cada ocasión en que apretamos los dedos de los pies contra el borde azulejado y respiramos hondo. 


2 comentarios:

¡Tus propias imágenes en una Slideshow para MySpace, Facebook, orkut o tu página web!mostrar todos los imagenes de esta slideshow